De nada sirve contar con un equipo ergonómicamente preparado, si luego trabajamos sobre una mesa en la que no nos caben las piernas, o nos sentamos en una silla sin respaldo.
Las malas posturas representan, en general, el 75% de las lesiones: dolores de espalda, molestias cervicales, lumbalgias, etcétera. El mobiliario del puesto de trabajo es, pues, fundamental para no dañar nuestra salud. Una buena mesa de trabajo debe tener:
Una superficie de color claro y mate.
Estabilidad. Que soporte el peso del equipo y de cualquier persona que se apoye sobre alguno de sus bordes.
Dimensiones suficientes. Para permitir una colocación flexible de todo el material de trabajo. Se recomiendan unas medidas mínimas de 120 x 90 centímetros.
Altura regulable. La silla puede tenerla, o se debe usar un apoyapies para aquellos que lo precisen. Si es regulable, la altura debe poder oscilar entre los 65 y 75 centímetros. Si no lo es, 75 centímetros es una buena medida.
Espacio interior suficiente. Para evitar que las rodillas choquen o que no se puedan estirar un poco las piernas, 60 centímetros de ancho y 65-70 centímetros de profundidad son las medidas más aconsejables.
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